El skincare está cada vez más de moda, pero no es simplemente un asunto de tendencias, sino que si está cada vez más presente en la vida de las personas es en parte porque implica una mejora de la salud.

Y es que la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, por lo que es importante conocer el tipo de piel que tenemos y los cuidados que esta necesita.

Tipos de pieles y sus características:

Cómo hemos dicho anteriormente, la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, y cumple con muchas funciones importantes como la protección de los microorganismos del exterior o la termorregulación del cuerpo. Por ello es importante conocer el tipo de piel que tenemos, ya que cada tipo tiene unas necesidades diferentes. Al desconocer nuestro tipo de piel, podríamos estar dañándolo o no cumpliendo estas necesidades al brindarle unos cuidados que no son apropiados para ello.

Piel normal.

También llamada piel eudérmica, es el tipo de piel con mayor equilibrio, ya que presenta una hidratación y oleosidad adecuadas. Cuenta con un tono uniforme y una buena circulación, además de ser poco propensa a reacciones alérgicas por productos de belleza, y a desarrollar acné. Sus características son:

  • firmeza con mínimas líneas finas.
  • poros sumamente pequeños.
  • una capa de grasa que no llega a ser brillosa.

Piel seca.

Cómo su nombre lo dice, esta piel cuenta con rasgos tirantes y ásperos debido a la poca producción de sebo, lo que ocasiona una falta de lípidos que retienen la humedad.

La piel seca se refleja a causa de una pérdida de humedad y aceites naturales. Más concretamente, se trata de una alteración del factor natural de hidratación (FNH), que regula la producción de sebo y el nivel de hidratación. Asimismo, la falta de lípidos cutáneos, que actúan como una barrera de protección natural, genera un incremento de la pérdida de agua. A pesar de contar con descamaciones y líneas de expresión muy marcadas, es el tipo de piel más fácil de tratar.

No hay que confundirla con la piel deshidratada, ya que aunque también sea tirante y provoque malestar, está tan solo se da en ocasiones puntuales.

Sus características son:

  • textura áspera
  • poros cerrados
  • enrojecimientos e irritaciones

Piel grasa:

A la piel grasa también se le suele llamar seborreica debido a que alberga folículos sebáceos dilatados, se caracteriza por su brillantez, grosor, y por la presencia de poros dilatados y puntos negros. La piel grasa se origina a causa de un exceso de sebo en la epidermis.

Por este motivo, se tiende a presentar acné. Las causas del acné son la superproducción de sebo, la multiplicación de bacterias, y la hiperqueratinización, que provoca la obstrucción del canal folicular y impide la evacuación del sebo. Se sabe que entre el 45% y 50% de los adultos cuenta con este tipo de piel. Sus características son:

  • aspecto brillante
  • producción excesiva de sebo, generando espinillas, puntos negros y acné
  • demora la aparición de rasgos de envejecimiento.

Piel Mixta:

Es el tipo de piel más difícil de identificar debido a la diversidad de rasgos y características como piel seca y grasa en diversas áreas; sin embargo, una buena forma de identificarla es por medio de la zona T, formada por la frente, la nariz y el mentón. Si esta es grasa y el resto del rostro parece seco, entonces tienes una piel mixta. 

La epidermis sufre un desequilibrio, ya que el resto del rostro puede ser normal o presentar sequedad. Puede ser más complicado de lo que parece porque mientras intentas eliminar la grasa, también quieres evitar la deshidratación de las zonas normales o secas de la piel. Sus características son:

  • tiene rasgos de piel seca y a la vez de piel grasa
  • tipo de piel difícil de tratar
  • las glándulas sebáceas trabajan en la zona T

Piel Sensible:

Como su nombre lo indica, la piel sensible suele ruborizarse y reaccionar fácilmente ante casi cualquier factor externo como interno. Entre los más comunes, encontramos: el calor, el frío, el viento, las variaciones de temperatura, los jabones, el agua, el estrés, la menstruación, la menopausia y la alimentación. Suele aparecer como consecuencia de una diversidad de factores como la genética, las alergias o los efectos ambientales. 

Este fenómeno, que cada vez es más común, se produce a causa de una alteración de la epidermis. Es decir, la función protectora y de barrera disminuye, deshidratándose más la piel y permitiendo una mayor penetración de agentes irritantes. Además, las pieles sensibles segregan una gran cantidad de neurotransmisores y causan más inflamaciones. Sus características son:

  • erupciones frecuentes
  • reacciones negativas ante algunos productos
  • puede albergar picazón, ardor y manchas
Tipo de piel

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Los cuidados para cada tipo de piel:

Piel normal:

Debido a que es una piel equilibrada y que casi no experimenta sequedad, enrojecimiento o sensibilidad, es apta para la gran mayoría de productos. Prueba con geles de limpieza purificantes, cremas hidratantes y protectores solares. 

Piel seca:

La piel seca suele empeorar en invierno, por lo que debes evitar factores externos como el frío, la calefacción o el viento, en la medida de lo posible. Del mismo modo, utilizar agua muy caliente aumenta la deshidratación de la piel.

Para cuidarla, es fundamental beber mucho agua, evitar las altas temperaturas y realizar una limpieza suave, sin frotar. Utiliza productos hidratantes y nutritivos, ya sean en crema, leche, pomada, bálsamo o aceite. Así conseguirás reequilibrar esa pérdida de humedad. El consejo principal para cuidar de una piel seca es sellar la humedad, por lo que debes aplicar una crema hidratante varias veces al día. Evita el uso de jabones fuertes o productos con aceites cítricos y de ingredientes agresivos. 

Piel grasa:

Si tienes la piel grasa, utiliza productos limpiadores que no sean agresivos, exfolia tu piel, utiliza aguas micelares y, sobretodo, desmaquíllate bien. De este modo, eliminarás las impurezas y las partículas que durante todo el día impactan tu piel. La limpieza debe ser profunda y hacerse dos veces al día, por la mañana y por la noche.

Por lo que hace a las imperfecciones, consulta tu dermatólogo y utiliza tratamientos específicos y adecuados para ti. Exponerte al sol te ayudará a secar las lesiones del acné y a disimular los granitos. ¡No manipules las imperfecciones! Si lo haces, aparecerán indeseables cicatrices.

Para el cuidado de una piel grasa debes evitar ingredientes como el aceite mineral, el petrolato y el alcohol. Prueba también con cremas sin aceite, así como mascarillas de arcilla. Te recomendamos lavarte la cara únicamente por la mañana y por la noche.

Piel mixta:

Tener la piel grasa y seca, supone tratar cada zona en función de sus respectivos requisitos. ¡Vaya lío! Tómatelo con calma y limpia la piel en profundidad, antes de empezar. Evita agua muy caliente o muy fría, más vale que este tibia.

En lo que a productos se refiere, utiliza los que son libres de aceites. En la zona “T”, aplica cremas que no sean grasas y utiliza exfoliantes un par de veces a la semana. Pero en las zonas normales o secas, aplica productos hidratantes para evitar la irritación.

Debido a que es un tipo de piel con diversas texturas, lo recomendable es mantener el equilibrio. Te recomendamos alejarte de los productos a base de alcohol y optar por tónicos o cremas que equilibren la piel. 

Piel sensible:

Algunos de los cuidados cotidianos que están en nuestras manos, son: evitar la exposición al frío y los productos irritantes y agresivos, como por ejemplo los exfoliantes. Asimismo, la exposición al sol puede ser peligrosa, por eso es necesario un buen protector solar.

Entonces, debemos buscar productos suaves y aptos para pieles intolerantes, sin utilizar demasiados ni en exceso. Además, hay que frotarse la piel con mucha delicadeza y es primordial no abusar del maquillaje.

La piel sensible suele reaccionar ante la mayoría de productos, por lo que debes tener cuidado con las fragancias, los irritantes y los ingredientes antibacterianos. Sin embargo, y al igual que la piel con tendencia al acné, lo más recomendable es consultar al especialista.

 Y hasta aquí llegaría nuestra recopilación de los productos más adecuados para el cuidado de cada tipo de piel.

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